viernes, 4 de septiembre de 2009

El le acarició la cara con el envés de su mano. Giselle estaba temblando, no quería que se marchara otra vez lejos de ella. Jordan le prometió que la distancia no iba a suponer un obstáculo como había hecho anteriores veces, esta vez era de verdad.

Se sentaron en el sofá del salón, entrelazaron sus dedos cuidadosamente como si tuvieran miedo de dañar al ser amado, y se pusieron a recordar el maravilloso mes que habían pasado.

No dejaron detalle alguno, desde aquella conversación que tuvieron en la cual Giselle le pretendía demostrar cúanto le quería, hasta el momento que sonó un timbre inoportuno.

Habían sido 31 días, sí, pero habían parecido 31 años.

Los besos, los abrazos, las lágrimas, las risas... Todo ello iba a quedar marcado en el corazón de cada uno como si de una huella imborrable se tratase.

Pero la partida había llegado. Giselle tenía que marcharse durante todo el invierno y le dejaría en San Diego recordando cada minuto a su lado. Estaban a varios km de distancia, y ni su presupuesto ni tampoco el medio de transporte le iban a brindar oportunidades para ir a verla al centro de EE.UU.

Los pájaros, aposentados en la ventanan, oteaban el horizonte como si fuera el último día que fuera a atardecer. Jordan cojió con la yema de su dedo índice una lágrima que brotaba de los ojos de Giselle.

-Cariño, nunca te voy a olvidar. Este no va a ser un verano más. Va a ser el verano.

-Nuestro Verano.

-Sí, nuestro verano.

-Pero tengo miedo de que la distancia haga el olvido.

-No voy a permitir que unos cuantos km de carretera se interpongan entre nosotros. Ahora mismo ha empezado la cuenta atrás para volver a verte. Así que cuando tengas miedo, recuerda que cada segundo que pasa es un segundo menos para tenerte entre mis brazos de nuevo.

-Te voy a echar tanto de menos...

-Y yo a ti, pero es bueno echar de menos a la gente, eso significa que la quieres.

Jordan sonrió y la abrazó. Al separarla lentamente de su torso la miró a los ojos, transmitiéndola con la mirada todo lo que su corazón no podía expresar con palabras. Se acercó a su oído y susurró:

Te quiero.

Dos corazones que anteriormente habían estado latiendo por separado, se armonizaron y partir desde entonces, nunca dejaron de amarse, ni de latir al compás que latía el otro.

1 comentario:

  1. Anónimo5.9.09

    Quitiii en serio me encantaa
    me ha llegado he acabado llorando
    tia como puedes escribir tan bien

    te quiero tantisimoo
    Gracias por estar ahii nunca le fallaree

    y menos ati

    te amo enana :D

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