domingo, 13 de septiembre de 2009


FERVIENTE DESEO
Pasaron los años, pero Elisa no había olvidado la espalda de Diego.
Aquellos músculo que se contorneaban sin pedir permiso, la volvían loca.
No se puede decir que mantuvieron una relación, porque lo suyo se definiría perfectamente con deseo.
Deseo de hacer suyo al otro..
Deseo de acariciar cada palmo de su piel...
Deseo de desear más..
Habían estado juntos por un período de no más de 3 años, pero habían sido los años más intensos para ambos.
Cuando la gente la preguntaba sobre el porqué de su ruptura, ella se limitaba a decir:
- Porque no podíamos pasar todo el tiempo que deseábamos en la cama.
Diego vivía en Jaén, y ella se había mudado a Santander. Pero la distancia, no hacia el olvido.
Elisa, cada noche, pensaba en él. En esas manos tan varoniles, que tan mujer le hacían sentir.
Diego, cada despertar, recordaba aquellos susurros tan excitantes que Elisa le dedicaba al oído.
No sabía muy bien porque tenía la manía de comparar a cada hombre con el que se acostaba con su ex-amante. Ninguno cumplía las expectativas. Ella estaba sedienta de DESEO.
Un día por la mañana, el teléfono suena.
Ring, ring, ring, ring...
- Hola Elisa, soy Diego, no sé si te acordarás de mi, pero es que necesito tomar un café contigo. He venido a Santander a hacer un trabajo, y no sé me ocurrió mejor idea.
Cuarenta minutos más tarde, él estaba llamando a su puerta.
Las miradas que se intercambiaron, no eran las típicas miradas de amantes que se vuelven a encontrar...
Elisa tiró de la corbata fucsia que llevaba Diego.
Diego se quedó anestesiado ya que pensaba que Elisa había vuelto a rehacer su vida.
Elisa le cogió la mano izquierda y se la posó en su cintura minúscula.
Sus labios se fundieron apasionadamente.
La llama del deseo había vuelto a nacer.
Los dos pensaban en sus noches de sexo, pero jamás habrían pensado que la primera vez que se volvieran a encontrar las chispas fueran tan ardientes.
Elisa le guió hasta el sofá, él la quitó la bata de terciopelo que llevaba.
-Tan perfecta como siempre- Susurró.
No hizo falta que le mostrara la casa para que supiera dónde se hallaba el dormitorio.
4 años después Elisa y Diego volvían a degustar el significado de FERVIENTE DESEO.

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