miércoles, 9 de septiembre de 2009

CÓMPLICE DE ASESINATO

Estaba en el lugar equivocado en el momento menos oportuno.

Sí, pero estaba allí.

Las piernas la temblaban.

Los gritos que anteriormente había oído se acababan de personificar.

Una chica rubia que no alcanazaba la treintena estaba ardiendo. Sophie no entendía el porqué. Intentó ir a socorrerla, pero a medida que avanzaba metros la escena se tornaba más trágica. Los ropajes de la chica estaba a unos pocos pasos del cuerpo.

Pantalones, camiseta, ropa íntima...

Nada tenía sentido, y mucho menos cuando apareció un señor de unos 50 años atabiado con un frak de franela.

-Puta, ¿qué haces aquí? ¡¡Fuera ya de aquí!!

El señor, si es que así se le puede llamar, sacó un revólver y le apuntó directamente a la cabeza. Despúes dió un tiro hacia el pecho de la deconocida. Ésta se retorció, invocó los ojos en blanco al cielo, y exhaló su última respiración- Sophie, cayó rendida pidiendo piedad a los pies de aquel desconocido. Éste le tiró de la coleta y le acercó hasta la escena del crimen. La chica estaba casi degollada y corría sangre alrededor de su cuerpo inerte. Carecía de las extremidades inferiores. Repartidas en trocitos alrededor de la cabeza. Aquella escena tan dramática, iluminada por las llamas que devoraban sin piedad a la inocente, estaba siendo grabada por un vídeo aficionado.

- Sino quieres que te ocurra lo mismo que a ella, no digas absolutamente nada de lo que estás viendo.

El hombre sacó de su chaqueta un tipo de aguja y se la clavó en el cuello. Sophie atemorizaba gritó desconsoladamente.

-Si se te escapa algo, te iremos a buscar. Y la muerte que tendrás será el principio de un infierno.

La empujó brutalmente contra un árbol que observaba la situación.

Una furgoneta de color dorado aceleró entre la oscuridad de la noche. El asesino, subió a ella aún estando en marcha y desapareció tras la esquina de la calle Stevenson.

El cuerpo se seguía consumiendo a la vez que el miedo de Sophie aumentaba. Cogió el móvil, y llamó a su novio George.

No fue capaz de decirle nada, tan sólo le comentó que iba a llegar tarde a cenar.

Se había vuelto presa del pánico.

Recorrió las cuatro manzanas que la separaban de su casa. No iba a decir absolutamente nada, su vida estaba en juego.

Mejor dicho, estaba en juego del vídeo aficionado.


1 comentario:

  1. El fragmento me recuerda un poco a "Donde surgen las sombras", si no lo has leído te lo recomiendo. Me encanta el dramatismo con que describes la escena.
    Un saludo y un canto de ballena. =)

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